Es fácil intuir que vivir en una situación de precariedad energética, afecta en la salud mental de las personas, especialmente la salud mental y la pobreza energética tienen un impacto demoledor durante la infancia y adolescencia. Así lo corrobora el estudio “Pobreza energética, su intensidad y salud en población vulnerable en una ciudad del sur de Europa” elaborado por el Institut d’Investigació Biomèdica Sant Pau: la probabilidad de sufrir problemas de salud mental es entre 3 y 5 veces mayor en las personas que sufren este tipo de pobreza. Por lo tanto, podemos afirmar que la pobreza energética es el caldo de cultivo perfecto para padecer depresión o ansiedad.

Y en los menores, ¿cómo afecta en su salud mental?
Gracias a las entrevistas del estudio “Precarietat energètica i infància a la ciutat de Barcelona: Una mirada des dels drets energètics de la infància”, se concluye que todas las familias consultadas hacen referencia explícita a los impactos psicológicos que tienen los menores en la precariedad energética, con especial incidencia en la adolescencia. Se menciona que las y los adolescentes asumen responsabilidades que no les tocan, que no son libres, que no tienen libertad porque tienen menos opciones… y, además, se destacan actitudes de culpabilidad, conflicto y aislamiento.

Siguiendo este hilo, un estudio del National Children Bureau, apunta que 1 de cada 4 adolescentes en precariedad energética, estaba en riesgo de sufrir problemas de salud mental, mientras que en la de otros adolescentes, la proporción es de 1 cada 20; además, indica que existe una probabilidad mayor en desarrollar conductas de riesgo relacionadas con la violencia, el alcohol o las drogas.
Tal y como se indica en el estudio “Precarietat energètica i infància a la ciutat de Barcelona: Una mirada des dels drets energètics de la infància”, en la franja de edad comprendida entre los 4 y los 12 años, la privación del material a causa de la reducción de gastos familiares, tiene una incidencia en la reducción en el ocio y en la socialización de las niñas y niños lo que desemboca en impactos negativos en la salud mental de la infancia.

Además, un aspecto muy importante para la salud psicológica durante la infancia y la adolescencia es la estabilidad emocional del entorno. Cuando en un hogar hay pobreza energética, esa familia vive en un ambiente de estrés y ansiedad que lleva a una desestabilización emocional con unos impactos muy graves en la seguridad y la salud mental de cada uno de sus miembros, incluido las y los menores.
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